lunes, 12 de marzo de 2012

Carlos Marzal





Paradoja del escritorio

Escribir consiste en no salir de casa. En pensar en la gente, habiendo dejado de tratarla a menudo. En darle vueltas al asunto de la vida, mientras la vida parece que es todo aquello que se nos escapa, dando vueltas, cuando hablamos de ella. Escribir consiste en pasarse el día mirando un papel, o una máquina mecanográfica, o un ordenador, haciendo como si uno mirase las calles, el mar, las montañas, los bosques. Escribir nadie nos había avisado de ellorepresenta estar encerrado en un cuarto la mayor parte del día: nosotros, que teníamos tanta vocación de intemperie, tanto apetito de forajidos. Significa estar rodeado de los mismos cuadros, de los mismos libros, de los mismos cachivaches de siempre, que se acumulan y multiplican a nuestro alrededor: nosotros, que nos soñábamos en la variedad absoluta sin interrupción y, a la vez, en el orden jamás interrumpido. Qué curioso: haber acabado de monjes, siendo partidarios de la disipación; haber ido a parar en eremitas nostálgicos, siendo devotos de la mundanidad. Aquí, en el escritorio ventana, en el escritorio pared, en el escritorio nadie, en el escritorio prisión, en el escritorio universo. Qué extraño este destino de animal sentado.



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© Texto y fotografía: Carlos Marzal

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Carlos Marzal (Valencia, 1961) ha publicado, entre otros, los libros de poemas El último de la fiesta (Renacimiento, 1987), La vida de frontera (Renacimiento, 1991), Los países nocturnos (Tusquets, 1996), Metales pesados (Tusquets, 2001; Premio Nacional de Poesía y Premio de la Crítica), Fuera de mí (Visor, 2004; Premio Loewe) y Ánima mía (Tusquets, 2009); la novela Los reinos de la causalidad (Tusquets, 2005); los cuentos de Con un poco de suerte (Diputación de Málaga, 2006) y Los pobres desgraciados hijos de perra (Tusquets, 2010); los libros de ensayos Poesía a contratiempo (Diputación de Granada, 2002) y El cuaderno del polizón (Pre-textos, 2007); y los aforismos de Electrones (Cuadernos del Vigía, 2007).  

2 comentarios:

  1. Comparto el destino monacal, monjil, al cual yo me someto con gusto, lo propicio y lo necesito, porque voy aprendiendo que el eremita del que habla Marzal es quien tira del mundano del que habla Marzal, que después de todo es el eremita el que espolea al mundano y no al revés, es decir que cuanto más se recluye más licencioso es uno, y claro, sin licencias quién tiene ganas de ponerse a escribir luego, porque para qué escribe uno si no es para que le den licencia para matar.

    Cristina García Morales

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  2. Carlos, defines lo que es escribir tal y como y lo siento.

    felicitaciones por este proyecto, por estos escritorios y estas palabras que les añadís.

    Abrazos

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