jueves, 14 de junio de 2012

Sandra Santana

 
 



Un escritorio debería ser un lugar de tránsito. Es el lugar de la casa en el que, si todo va bien, nunca estoy. Me siento allí y abandono mi biocaparazón articulado para comenzar a viajar en la nave supraespacial de la mente. Las ventanas son un buen complemento al escritorio, me permiten seguir ausente cuando levanto la cabeza del papel o de la pantalla del ordenador. Recuerdo otras ventanas junto a otros escritorios, distintas a esta de la fotografía. Recuerdo aquella ventana con vistas a Brigittaplatz en Viena, las novias recogiéndose el vestido cada día para ir de la iglesia hasta el ayuntamiento. Recuerdo también otras ventanas laterales, siempre en el lado izquierdo: la primera, aquella que me traía el sonido invisible del trajinar con tuppers y pinzas de la ropa de las vecinas, en el patio de la casa de mis padres, en un barrio de la periferia de Madrid; pero también la regia vista lateral sobre los vastos dominios de Lavapiés desde mi torre de la glorieta de Embajadores; y la apertura de la bellísima casa de Berlín, que llenaba de luz y de calor aquel espacio blanco de altos techos. La verdad es que nunca he vivido tan triste como cuando he tenido un escritorio en penumbra. No quiero ni acordarme. Afortunadamente, ahora en Zaragoza el escritorio está también lleno de luz. Por la mañana los pájaros vuelan sobre el cristal de mi mesa y la atraviesan en todas direcciones. Cuando el corazón se me vuelve caducifolio, el platanero frente a mi ventana mueve sus hojillas saludando desde su reflejo.








© Texto y fotografía: Sandra Santana


Sandra Santana (Madrid, 1978) es poeta y profesora de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Es autora de los libros de poemas Marcha por el desierto (2004) y Es el verbo tan frágil (Pre-Textos, 2008), así como del ensayo El laberinto de la palabra. Karl Kraus en la Viena de fin de siglo (Acantilado, 2011). Como traductora ha realizado versiones de la obra poética de autores como Ernst Jandl, Karl Kraus o Peter Handke. Ha colaborado también con diversas instituciones culturales (CA2M, Laboral Centro de Arte, Casa Encendida, Medialab-Prado) en la búsqueda y difusión de nuevas formas de expresión poética en contacto con otras disciplinas.

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